El abismo del poeta sin corazón

A veces  tu mirada creaba una coraza  en mi corazón  y otras la rompía. Era un ir y venir  que me estaba mareando, deseaba parar  y poder establecerme  en un sentimiento fijo,  que nada ni nadie  me bombardeara cada noche  con millones de preguntas  sin respuestas. Tenia que desintoxicarme  de tus palabras,  de tu risa  y de tu esencia. Eras como una enfermedad sin cura. Un sueño sin final feliz,  el cual a veces se confunde  con una pesadilla. Eres un bosque que arde sin cesar, y ni la mayor cantidad de agua  es capaz de controlarlo. Necesitaba oxígeno  y tú me lo quitabas,  porque querías que únicamente sobreviviera a base de lo poco que aún sabía de ti.

Toda la vida vistiendo el adjetivo "conformista" y ahora, cuando ya está acabando todo, arrasar y desprenderse de eso que nos ha definido durante tanto tiempo. Pudiera ser que no sirviera, que como muchos dicen: "ya es tarde para cambios." Pero pudiera ser también, que nosotros lográramos ese cambio que nos conduzca hacia la felicidad. Que se demostrase con grandes esfuerzos todo el coraje que se lleva dentro. Y es que a veces se desea tantísimo algo, que acaba doliendo. A veces quema tantísimo, que nos acaba consumiendo. Por eso, y por millones de razones más, intentarlo no es perder. Que se ponga como excusa el tiempo quien por miedo al cambio se queda inmovilizado. Que se calle quien por miedo a que todos avancen diga que es una locura ir contra todo pronóstico. Digámosle a quienes nos paran los pies y nos cortan las alas, que no hay estadísticas, ni cobardías, ni suposiciones que puedan hacer que nos desprendamos de nuestros su...

Érase una vez la vida de un chico con una coraza dañada. Él no es como era. Hubo una época, un tiempo, el cual parecía interminable, en el que dejó de respirar. Era él para todos, y nadie para él. Salvaba corazones  mientras que el suyo se hundía. Pasó tantos naufragios  que estaba acostumbrado a las tempestades. Empezó siendo náufrago   y acabó convirtiéndose  en el capitán de su propio barco. Lo tomaban por loco, y los únicos locos acabaron siendo quienes apartaron la vista cuando él se hundía. Había nacido queriendo vivir sin saber que habría una momento que todo, absolutamente todo, se basaría en aprender a  sobrevivir entre lágrimas. Pero resurgió cual fénix. Cogió sus cenizas, y volvió a la esencia, a quien siempre fue sin él saberlo por completo. Miró con determinación a la vida, transformó lo que le mataba en un motivo para vencer. Él era pura ilusión, pura esperanza....