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Mostrando entradas de noviembre, 2015

Luz eterna

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Hay una vela encima de la mesa que cuenta los segundos que tarda en consumirse, mientras que reza porque alguien le sople dándole la oportunidad de alumbrar una vez más Ese alguien, con su último aliento le sopla creyendo que la suerte es suya, porque no aguanta ni un minuto más esa luz que desprende la vela en aquel lugar. De repente, aparece la muerte y en mitad de la oscuridad que ha dejado ese soplo, se lo quiere llevar, pero en un grito tan desesperado como inesperado le dice: "No me lleves, déjame un poco más " Así fue como ese alguien vio el amanecer con los ojos de quien era ciego y ya podía ver. Y esa vela duro un par de anocheres dándole luz a un rincón oscuro de la habitación.

Dejarse caer

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De corazón a corazón te diré que a mí me rompieron hace tiempo, que lo que destaca es mi coraza y no yo, que tiemblo al pensar que otro huracán me arrase, y se lleve lo que quedó de mí. Tengo miedo a creer, a dar de mí aquello que nadie estaría dispuesto a perder. Perdóname si alguna vez me asusto al ver tu alma desnuda, pero es que hace tiempo que nadie se atreve a amarme a pecho descubierto. Y si te advierto de todo esto, es porque no quiero dejar cabida al arrepentimiento, ni darle paso al recuerdo.

Esta noche quédate

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Volcamos pecho y alma en canciones, poemas y pasos de baile, pero luego en el momento de cantarlas, recitar o dejarnos los pies en la pista de baile somos tan cobardes que buscamos la salida de emergencia, sabiendo que no nos espera nadie al otro lado, creyendo que no somos nada, entendiendo que nuestro hogar está donde suena nuestra canción favorita y la acompaña la persona que tenemos como refugio. Que nunca pare de sonar la música, que jamás dejen de leernos la mirada y escucharnos con el corazón. Que siempre quede tiempo para una copa más, y que todas las noches acaben deseando que no amanezca.

Valiente hasta la muerte #7N

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"Dedicado a todas las mujeres que tienen un grito atrapado  en la garganta." Esclavizada a un dolor, atada a un recuerdo, víctima de una guerra, presa de esperanzas vacías. Ella que estuvo encerrada en un cuerpo sin corazón, en una mente con miles de entradas, pero sin ninguna salida. Ella que tuvo que vivir atrapada en una boca que solo contaba mentiras, y a unos ojos que no le transmitían alegría. Pero ocurrió que la niña creció, aprendió que ningún amor conlleva tanto dolor, y que el lobo se vestía con la piel de cordero. Entonces, voló; descubrió que podía respirar sin él, y caminar sin que nadie marcara sus pasos. Y es así, como alzando las manos al cielo y avanzando hacia delante las cadenas se rompieron, saltando por los aires en mil pedazos. Su mirada es como el amanecer en la ciudad más triste, su voz un reclamo a la libertad. Ella es acción, reacción y revolución.

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