Hacia donde la vida nos lleve

El mundo había dejado de girar,
pero tú y yo seguimos en pie, bailando.
Porque qué mejor manera de despedirnos que con un movimiento
al compás del sonido del viento levantándome la falda.
Tú y yo sobre las ruinas de nuestros recuerdos
Tú y yo creyendonos eternos
cuando el final ya era una certeza.
Pero con tu movimiento de manos recorriendome
el límite entre el norte y el sur de mi cuerpo,
tus labios trazando una línea perfecta alrededor de mis labios
y yo con la cabeza en todas partes, menos sobre mis hombros
me creía eterna
y te hice eterno
a ti también.
Quién me iba a decir que después de sentirte tanto
y hacerme adicta a tu tacto
ibas acabar obligandome a no sentirte a cada rato.

Viniste,
plantaste tu bandera en mi cintura,
me hiciste tuya
y me convertiste en receptora de tus besos
y adicta a tus “te quiero, pequeña”.

Ya no me quedan ideas
sigo sin saber como deshacerme
de tu recuerdo
pienso
recapacito
y medito
para intentar aliviar mi dolor.
Pero luego llego a la conclusión
de que la única cura
es en arrasar con todos los principios establecidos,
dar un paso hacia delante
o
hacia atrás,
aún no estoy segura,
para estar más cerca de ti
sentir más cerca tu respiración
y decirte un a vez más entre suspiros “No te vayas, por favor”
mientras que apoyo todas mis esperanzas en tus hombros
y así poder sentirme protegida de toda la mierda
que hay ahí fuera,
te tengo como salvavidas,
como el héroe que me salve de esta condena
de no poder sentir con nadie que no seas tú.
Esta vez sólo te voy a pedir que
me permitas
convertirte en poesía,
recrearte con palabras
y buscarte en mis ideas.



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