El guerrero valiente.

Él llora cantando,

y ríe con un cigarro en la mano.

Habla de locuras siendo el más cuerdo,

le dedica rimas a la vida,

pero no tiene ni puta idea de a quien se las dedica.

Porque aún no tiene claro ni qué es lo que recita.

Sobrevive a base de abrazos

y retazos,

los que le quedaron de su última batalla

en la que se dio por vencido.

Porque su enemigo

un día fue su mejor aliado,

pero en el momento de la huida,

cuando se suponía que lo harían juntos,

que se habían jurado que jamás se fallarían

despareció.

Lo dejó con medio corazón

se lo arrebató

y lo dejó rendido

en el suelo

sangrando

por alguien o

algo que no merecía su dolor.

Y ahora, quien le prometió lealtad

anda buscando nuevos guerreros

porque su fin nunca fue la victoria,

su estrategia era prometer.

Pero se olvidó de que a medida que

las batallas

las victorias y

las derrotas

aumentaban también

lo hacian las ganas de conseguir una tregua

para lograr la unión eterna de dos corazones que siempre fueron efímeros.

Pero entonces ocurrió que el gran guerrero dejó de ser valiente

se convirtió en un cobarde, sin cojones a enfentarse

a todas las ruinas que había dejado a su paso.

Que sí, que duele

que aún sangran las heridas de esta guerra,

pero algún día serán cicatrices,

las que te recordaran el pasado

superado.

Esta es la historia del guerrero solitario,

quien luchó desde que lo abandonaron,

y perdono a quien le hizo daño.

Este es el presagio

de un final alternativo,

en el que la vida y la justicia

toman partido,

y logran que al final

cuando ya no quedan esperanzas

el vencido se convierta en vencedor.