El abismo del poeta sin corazón

Llega un momento en el que le plantas cara a la vida, le exiges todas las sonrisas que te debe, y le devuelves todas las penas que te sobran. Llega un momento en el que le exiges al mundo oportunidades, y empiezas a luchar por todo lo que te mereces. Cada mañana te levantas para invertir tu tiempo en esfuerzo, y tu talento en un futuro que no se conforma con el dinero. El lugar donde naciste ya no es suficiente, es demasiado pequeño para sueños tan grandes y todo lo que tenía dentro se ha reducido a recuerdos que no quieres seguir recitando, necesitas pisar escenarios más grandes, donde estalla la vida y todo tiene un poco más de sentido. Y sales ahí fuera a buscar lo que dijeron que llegaría con el tiempo. Necesitas demostrarte y demostrarles a quienes vieron en tu idea una locura, que ninguno de los sueños que tuviste despierta se quedará escrito en otro poema. Abres la puerta, pisas con fuerza, cierras con llave y tiras ese manojo de hierro, porque nunc...

La huida siempre fue tu única opción, por mucho que vistieras tus miedos de intenciones, sabía que detrás de todo se escondía la cobardía de alguien con más coraza que corazón, y mi mundo estallaba queriendo que tuvieras más cojones que miedos. No sabes lo que es luchar por dos hasta que te ves de frente sin armas con todos tus enemigos, luchando por ti y por quien te robó el corazón. Y esta vez tu única estrategia es apartar todos los miedos y sacar afuera todo el coraje que se escapó con el tiempo.

Asustada, incomprendida y quizás algo loca. Sometida a vivir en un cuerpo que no le pertenecía. Atada a un corazón y manipulada por una sola razón, buscar la felicidad en cuerpos sin vida y prestar al mundo una risa perdida. Frustración, descontrol y dolor. Miedo, cobardía y opresión. Pensamientos anclados a sentimientos, mentiras desvestidas y alientos que engañan, demonios que se apoderan hasta de las entrañas. Días negros que desgarran, gotas que se agotan, sábanas que atrapan y películas que te desvelan el vacío de una vida en ruinas. El oxígeno se consume, el reloj deja de contar las horas, la lluvia se desvanece el pánico desaparece y una luz aparece en mitad de la nada, un destello cruza el cielo y roza el suelo. De repente se prende fuego, reduciendo en cenizas toda una vida. Ilustración: @Albertosoloviev

Hablan de libertad y tienen una mordaza en la boca, quieren volar y no tienen alas. Suplican milagros y son ateos. Bailan por la calle y son incapaces de sentir la música. Buscan tréboles de cuatro hojas y no creen en la suerte. Gritan porque no saben hablar, hablan porque no saben callar. Malditos imbéciles que quisisteis hacer vuestro un mundo que no os pertenecía, os creísteis con el poder de prometer y prometer una vida que jamás fue. En vuestro pecho quedará cada lágrima que derramamos por no poder darle de comer a unos niños que no comprendían que nos estaban robando hasta el aliento. En vuestros ojos clavaremos cada espina de las rosas que recogimos en nuestras 12 horas de trabajo. En vuestras espaldas caerán nuestros deseos rotos y la impotencia de no poder quitaros nuestra vida de vuestras manos. Unas manos esposadas al miedo, con una cabeza metida en el mismo infierno. Cómo nos pedís tiempo si nos lo habéis quitado por completo. Así que quedaos ...